Recuerdo que en las muchas veces en que he oído a Richard Stallman, él realiza hace un chiste sobre qué es ser un pirata y sobre que nosotr@s aquell@s que pirateamos, no asaltamos barcos. Es innegable, que en los países en vía de desarrollo como en el que vivo, piratear es una actividad que se ha convertido en algo cotidiano, pero hay que entender lo que realmente hay detrás de todo lo que significa piratería desde el lado del autor como del lado de las personas que recurren a ella.
¿Quién explota a quién?
Hace poco leí en el sitio Web brasilero Espirito Livre, que el grupo de metal Iron Maiden contrató un estudio para analizar qué países eran los que más los “pirateaban”. Así de qué nacionalidades son la mayoría de los seguidores de la banda en Twitter. Coincidencialmente las dos listas las encabezaban países de Latinoamérica. Y en vez de tomar medidas judiciales o instar a los gobiernos de estos países a que castigaran la piratería. Decidieron hacer una gran gira en la cual recaudaron miles de dólares.
La cuestión en esa actitud de la banda inglesa, radica en que realmente no es la banda la que se lucra de la distribución de su música a través de las disqueras o incluso a través de plataformas como iTunes, aunque a la larga estas plataformas no son tan voraces como lo son las disqueras.
Muchos artistas han tomado la iniciativa de empezar a distribuir su música mediante pagos directos a través de sitios Web, como es el caso de Fonseca en nuestro país. Hay algunos que son aún más valientes y han decidido emplear plataformas como Jamendo o SoundCloud. Para promocionarse y construir un grupo de personas que asistan a sus conciertos que es donde realmente logran obtener beneficios, es el caso en Colombia de La Real Academia de Sonido.
¿La creatividad en peligro?
Los trolls de los copyright han afirmado también que el problema es que al “violentar” los derechos de autor, se desestima la creatividad; este es una afirmación falsa, ya que la industria discográfica no ha dejado de producir y producir nueva música debido a que la piratería ha aumentado de la mano de la era digital.
Al contrario incluso el fenómeno “remix” ha impulsado muchos nuevos talentos; YouTube con sus políticas de monetarización ha hecho del remix un negocio para si y para los autores originales, como el famoso caso del “Gangnam Style” en el cual Psy declinó la opción que le ofreció YouTube para retirar a quienes re-mezclaron la canción y en vez de eso obtuvo dinero tanto de las visitas a su vídeo original como de las obras derivadas.
Del lado de aquellas personas que consideran piratas, está la razón de esta “piratería”; aunque sin hacer de este artículo una apología a la ilegalidad, hay que entender que los costos añadidos por la cantidad de intermediarios que hay entre los autores y los consumidores de las obras, hacen que muchas veces la piratería sea la forma de acceder a dichas obras.
Una cuestión socioeconómica
Para el caso de los países en desarrollo, estos costos son aún mayores. Alguna vez hice el ejercicio de comparar los precios de los vídeo juegos, en Francia y en Colombia; el mismo juego en Colombia costaba más del doble de lo que el juego valía en Francia, cabe anotar que lógicamente el salario mínimo francés supera al salario mínimo colombiano por lo cual la gran mayoría de la población colombiana no podrá acceder a libros, música, películas y juegos debido a los elevados costos de los mismos aún incluso cuando el autor sea colombian@.
Eliminar la piratería será una negociación entre autor@s y consumidor@s, es decir cuando se eliminen los intermediarios entre las obras y quienes las consumen, y cuando no se busque un lucro eterno a lo Walt Disney y cuando se comprenda que las obras pueden ser mejoradas por otros o que pueden hacer parte de otras obras, como expresan en la semana del copyright, debe existir un derecho de autor que realmente sea justo.
Imagen tomada de Flickr