La rueda, ese invento que revolucionó todo, que ha permitido que la humanidad esté donde está, es una de aquellas cosas que aún desconocemos quién es su inventor y en dónde lo hizo, porque a pesar de existir restos arqueológicos de la rueda en la mayoría de los continentes y aunque es lógico que debe tener un único origen aún no es claro en qué parte del antiguo continente alguien puso a rodar las cosas.
Restricciones al conocimiento
También existe otro invento humano menos conocido y quizás menos popular: Las patentes. Una patente, es la garantía que un estado te da sobre los derechos intelectuales y de comercialización de tu invento. Se dice que pueden haberse originado en la Grecia en el año 500 A.C.. Aunque su concepto moderno y similar al actualmente utilizado data de Venecia en 1474.
Estados Unidos ha sido uno de los grandes defensores de dicho concepto. Y en los medios de comunicación todos los días se oye que alguna compañía o persona decide patentar alguna cosa de su invención.
Combinemos estos dos inventos de la humanidad, y pensemos ¿qué hubiese pasado si la rueda hubiese sido patentada?. Aunque evidentemente cuando la rueda apareció no existían las patentes y mucho menos el concepto de un estado garante. Usemos el potencial de la imaginación para pensar que hubiese ocurrido.
Una “distopía”
Entonces asumamos que una sola persona en algún lugar del mundo se inventa la rueda. Y luego de ver todo lo que era posible y el beneficio económico tras esta invención decide salir corriendo hacia una oficina de patentes. Antes que otra persona se apropie de su revolucionaria creación.
Hasta aquí, es una maravillosa historia feliz de un ser humano emprendedor que logra riquezas gracias a que comercializa su invento y dueño total de este especula con los precios de su utilización.
Ahora está la otra cara de la moneda, aquellas personas que necesiten crear algo que requiera de la rueda pero que no lo puedan hacer porque utilizar la rueda está fuera de su alcance económico, quizás sus inventos deban esperar a que el inventor de la rueda alcance tal riqueza que decida permitir gratuitamente que ellos utilicen su invento previo un acuerdo legal, o tal vez que el inventor decida que les deja utilizar la rueda siempre y cuando le den un porcentaje mínimo del valor de cada cosa que inventen.
Así mismo, ocurre otra cosa, aquellos asentamientos humanos que no tengan el dinero para adquirir dicha tecnología seguirán en el atraso porque el valor económico de la rueda es muy alto, así que no podrán evitar alguna catástrofe natural o mejorar su tecnología agrícola simplemente porque el dueño de la rueda ha decidido que su invención está ligado a su propio y único beneficio.
Ahora, la historia se hace triste, pues la apropiación del conocimiento evita que los pueblos se desarrollen y aún peor evita que mejoren las condiciones de vida de muchos seres humanos que al final son exactamente iguales al dueño original del conocimiento.
El mundo girando a un mismo ritmo
Afortunadamente, la rueda nunca fue patentada, entonces su difusión fue grandiosa a pesar de no existir Internet y tuvimos y tenemos todo tipo de inventos derivados de este simple y a su vez grandioso invento que nos ha beneficiado a todos.
Pero entonces vendrá el argumento que dice que a pesar que su difusión fue libre, aún así muchos pueblos no prosperaron y unos erradicaron a otros y muchas otras cosas que la historia nos cuenta. Hay que entender que existen muchos factores detrás del desarrollo de los pueblos, pero si todos están en un estado de igualdad tecnológica o si la brecha no es tan amplia, la tan añorada equidad es posible.
Ahora planteemos otra situación, asumamos que existían otro tipo de leyes de propiedad intelectual es decir que el inventor de la rueda decida decir que su rueda es del público pero con el reconocimiento debido a su trabajo, entonces las personas empiezan a utilizar la rueda en sus distintas creaciones y siempre reconocen que él fue el inventor que les dió el chance de hacer algo grande.
Un invento, dos cuestiones
Aquí vienen dos cuestiones: Primero, persuadir a quienes se benefician de la rueda no solo de dar el crédito, aunque por ley lo deberían hacer; sino de entender que al beneficiarse de algo que les permite utilizarlo libremente deberían imitar lo hecho por el inventor inicial, lo cual sería lo ideal y segundo, ¿de qué va a vivir el creador de algo tan importante?
Con respecto a lo primero, es una cuestión moral que con nuestra naturaleza humana es difícil de resolver, así que la dejaremos para una clase de filosofía. Para lo segundo, tiene dos caminos: O igualmente vende su invento con el derecho a utilizarlo libremente claro que con el reconocimiento de sus derechos intelectuales pero con el derecho a distribuirlo libremente de igual manera.
Evidentemente esto no garantizaría que quienes no tienen suficiente dinero accedan pero igual en algún eslabón de la cadena estarían más cerca de tener acceso, cosa que no ocurriría en nuestro caso de las patentes, porque la patente impediría que el siguiente eslabón pudiera hacer lo que quisiese con la creación adquirida.
El siguiente camino que a mí modo de ver sería el ideal, es no colocar un precio a la distribución de su creación y construir un modelo en donde él asegure su beneficio económico al reparar muchas ruedas utilizadas en muchos lugares, o asesorando a las personas para usar la rueda; de paso muchas personas también podrían aprender a reparar las ruedas y al igual que él se beneficiarían económicamente.
Y esta fábula, ¿para qué?
Pero bueno, a qué viene esta historia? El mundo está construído sobre un orden que nos incita a tener un recelo de nuestra propiedad intelectual ya sea por el único interés que nadie haga la fortuna que uno no pueda hacer o porque uno quiere construir una fortuna por la idea que logró generar su cerebro.
Si la rueda hubiese sido patentada, el mundo no sería como es. Incluso no habrían existido múltiples invenciones que llevaron el mundo hasta el punto en que se crearon las patentes. La cuestión no es que no exista la propiedad intelectual y que a nadie se le reconozcan sus creaciones. Por el contrario, la idea es que a todo el mundo se le reconozca lo que hace.
Pero que todo lo que todos hacemos alrededor del mundo sea un factor generador de nuevas ideas. Así como esa rueda que un día hizo que el mundo empezara a girar más rápido que antes. Y es ahí donde ideas como el licenciamiento Creative Commons o las licencias libres pueden ayudarnos a crear un nuevo mundo de conocimiento comunitario.
Imagen tomada de http://eumsancientcivs2011bk1.wikispaces.com/file/view/ancient-mesopotamian-inventions-2.jpg/215263400/ancient-mesopotamian-inventions-2.jpg