Muchas personas se preguntarán, ¿por qué desde hace una semana están publicando acerca de semillas y de vegetales? ¿Acaso no eran un grupo de Software Libre? La respuesta a estas dos preguntas es muy simple, y se basa en lo que es nuestro lema: “porque el conocimiento nos hará libres”, y no solo hablamos de conocimiento sobre software o hardware sino en general todo el conocimiento que permita garantizar autonomía para las comunidades.
¿Patentes a la alimentación?
En ocasiones anteriores habíamos hablado de temas diferentes al software pero también habíamos hablado acerca de las patentes y su efecto devastador sobre las creaciones humanas. Y aunque de cierta manera las semillas no son creaciones humanas directamente. Esta razón hace que sea aún más necesario eliminar el control de una “propiedad intelectual” sobre seres sobre los cuales ahora creemos tener potestad.
Desde tiempos milenarios los agricultores han realizado una selección de sus semillas emulando algo así como la selección natural. Y garantizando que el resultado de esos procesos aseguren mejores cosechas, las cuales sean resistentes a las condiciones cambiantes del entorno.
Conocimiento milenario patentado
En ese sentido, en México cultivan una especie de fríjol resultado de un cruce con una especie peruana (cabe anotar que los fríjoles como especie vegetal son originarios de México pero se extendieron por todo América Latina y otras partes del mundo) por lo que la especie de fríjol se conoce como fríjol peruano o Mayocoba por la región mexicana donde se cultiva.
Los fríjoles mayocoba, no eran propiedad de nadie y el intercambio de semillas era comunitario; pero es en 1999 cuando John Proctor decide patentar la especie de fríjoles en Estados Unidos registrandola obviamente a su nombre pero rebautizandola como Enola, esto ocasionó que los agricultores mexicanos (e incluso estadounidenses) no pudiesen utilizar libremente las semillas de la especie sin autorización de Proctor.
ETC al rescate
Es así como el grupo ETC (No existe significado en la sigla) que se encarga de proteger la diversidad cultural y ecológica y los derechos humanos, decide implementar acciones legales para hacer respetar el patrimonio cultural de los indígenas y agricultores mexicanos así como el hecho por el cual los seres vivos no deben ser patentados.
Junto con el grupo ETC, el Centro Internacional para la Agricultura Tropical (que por cierto tiene oficinas en nuestro país) y con apoyo de la FAO (La oficina de la ONU para la alimentación y la agricultura) presentan también recursos en 2000, y emprendieron una batalla contra Proctor que duró 5 apelaciones y casi diez años, ya que definitivamente la guerra terminó en 2008 para tranquilidad de muchos agricultores que perdieron durante este tiempo no solo dinero sino la posibilidad de seguir compartiendo un recurso comunitario que les aseguraba sostenibilidad.
¿A qué viene todo esto? Así como SOPA o ACTA amenazan la distribución de información y contenidos a nivel de informática. Los tratados suscritos con países como Estados Unidos tienen una visión bastante leonina acerca de la propiedad intelectual (y de la privacidad). Cuestión que ha puesto en peligro el intercambio de información (causa con la que nos solidarizamos hace un tiempo). Pero también poniendo en peligro saberes milenarios y la sostenibilidad de proyectos comunitarios como la mejora tradicional y el intercambio de semillas.
La cuestión, es que así como desde nuestro sitio pedimos apoyo para el hecho de compartir el software y combatir las patentes. Así mismo pedimos apoyo a nivel de divulgación para que todas las semillas comunitarias del mundo no pierdan su libertad en manos de una horrible patente. Ya que incluso desde ese punto de vista están en peligro no solo cuestiones como las semillas. Sino saberes milenarios como recetas de platos típicos o productos artesanales originarios del país.
Imagen tomada de: http://www.etcgroup.org/es